Muchas son las dudas que nos asaltan a la hora de intentar diferenciar entre la novela y el cuento. A veces no tenemos del todo claro cuáles son esos rasgos que vuelven estos dos géneros únicos en su categoría. De entrada, se cree que solo es la extensión lo que distingue el uno del otro y sentencian: “el cuento es corto y la novela es larga. Fin”. Cuando también existen otros aspectos narrativos que construyen su propia identidad y permiten diferenciarlos entre sí.
Para ello es importante revisar el concepto de cada uno, pues no se puede diferenciar sin antes tener la definición de cada uno. Tanto el cuento como la novela pertenecen al género narrativo, por ende, ambos buscan relatar alguna historia real o ficticia. Muchos son los autores que tienen un concepto propio según su experiencia en la ejecución de los mismos. El cuento, es considerado un relato breve, cuya trama se desarrolla en un tiempo y espacio determinado.
El afamado cuentista argentino, Julio Cortázar dijo que un buen cuento “es incisivo, mordiente, sin cuartel desde las primeras frases (…). El tiempo del cuento y el espacio del cuento tienen que estar como condensados, sometidos a una alta presión espiritual y formal”. Por lo tanto, este género, tiene la responsabilidad de aprovechar muy bien cada espacio de la hoja, su fuerza narrativa está en la trama en sí, sin detenerse a indagar en la psiquis de sus personajes.
En cambio, la novela nos permite y nos exige una descripción completa de los personajes. Según Luis Jorge Boone es “un género de largo aliento. Una exploración honda de un contexto singular. Una estructura compuesta de personajes, lenguajes, historias, de manera amplia, panorámica. Hay que aprovechar eso”. Entonces aquí no hay limitaciones, espacios temporales, ni estructuras determinadas, podemos conocer a fondo los personajes y crear historias dentro de historias.
Géneros hermanos, pero no siameses
Al definirlos se puede intuir ciertas diferencias. Aunque ambos nazcan del género narrativo, cada uno es diferente, sin duda es así. Aquí te explicamos algunas de sus diferencias.
Extensión
Sí, definitivamente uno es más extenso que el otro. El cuento busca enamorar al lector a primera vista. Ser leído en una sentada, no es que sea menos complejo que la novela, al contrario, un cuentista debe saber aprovechar muy bien su espacio, no hay líneas para errores ni cabos sueltos. Aquí tenemos la atención del lector en plenitud, donde no perdonará falla alguna.
En la novela se debe conseguir el afecto en quien la lee, es el objetivo del buen escritor. Aquí se permite una gran variedad de escenarios. Es como una amplia casa para decorar, de varios pisos, cuartos y pasadizos secretos que conectar entre sí, con la esperanza de que el lector no se pierda, logre conocer a la perfección la ruta que comunica cada habitación. En género literario podrás encontrar sagas y trilogías necesarias para la continuidad de la historia, pues una sola obra no fue suficiente para contar todo.
Personajes
El cuento no profundiza en todos los personajes que menciona, en sus problemas, su historia, percepción de los acontecimientos. En cambio, la novela puede dar a conocer con más detalle el sentir y la vida de otros personajes, diferentes a los principales.
Giros y variedad temática
La novela es más bien una montaña rusa, donde hay giros, caídas y elevaciones inesperadas. Aunque un ajuste sobrevenido siempre es bueno en cualquier narración, el cuento suele ser más lineal y a lo mucho tendrá un solo viraje, donde el escritor deberá tomar el volante rápidamente para no atropellar la historia, dándole un recorrido completo y a gusto al lector, sin dejar el equipaje olvidado en la carretera.
En conclusión y siendo un poco ortodoxo, podríamos decir que el cuento es como un amor pasajero, esperamos que cumpla con nuestras expectativas, pero si no lo hace, tampoco habremos perdido mucho tiempo. En cambio, con la novela, esperamos encontrar al amor de nuestras vidas, por tanto, si buscamos buenas referencias de él, nos dejamos seducir por su portada, la hermosa historia narrada en sus páginas nos traslada a un mundo de ensueños del cual no quisiéramos nunca despertar. Estamos tan inmersos en ella que sacamos tiempo para leerla en el día e incluso si la lectura es apasionante, seguimos hojeando sus páginas en la noche, porque a diferencia del amor no se espera “acabar” nunca.